‘El postcoronavirus: reseteando o elevando el liderazgo’

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El día D, el día Después de esta crisis, no será un día concreto que podamos marcar en nuestro calendario y añadirlo al conjunto de efemérides de nuestras vidas. Será más bien un periodo de transición que, si bien ha tenido un inicio intenso y abrupto, su progresión se prevé más extensiva y con más “cancha”.

Esto nos brinda la oportunidad extraordinaria para Construir, que no Re-construir, las bases de un nuevo liderazgo de personas. Porque si estamos de acuerdo en que el Covid-19 supone un punto de inflexión en nuestras vidas a nivel mundial, igualmente lo es para el ejercicio del liderazgo, el cual ha de acontecer en un statu quo sostenido sobre cimientos bien diferentes.

Es obvio que el Liderazgo Post-Covid se desenvolverá en contextos marcados por realidades humanas fuertemente condicionadas por lo acontecido. Pensar en la existencia de secuelas dolorosas, evidentes a través del miedo, la inseguridad, la angustia, es anticipar un futuro cargado de realismo, pero así mismo incompleto, pues en ese escenario futuro también tienen cabida nuevos recursos psicológicos y emocionales, que derivarán en exitosas prácticas de liderazgo, ajustadas a una nueva realidad.

Desde este mismo momento, nos estamos deslizando hacia una reconfiguración del mapa tradicional de las soft skills. En este artículo se apuntan al menos dos líneas de desarrollo, entre otras, que están y seguirán emergiendo:

1. La confianza en el otro: cobra un protagonismo y relevancia que jamás hasta ahora ha tenido. Antes el valor de la confianza era un “desaeable loable” recogido en todo lo relacionado con la dirección de equipos. Ahora es una necesidad imperativa de carácter bidireccional: no sólo los líderes han de poder confiar con autenticidad en sus colaboradores, sino que éstos han de hacerlo igualmente en sus responsables. Sólo en ese marco será posible avanzar. La gran diferencia con el pasado es que ya no es una cuestión dinámica susceptible de ser debatida, sino más bien un aspecto estático innegociable. Sí o sí ha de existir.

2. Fortalecer el liderazgo interior de quienes estarán al frente de equipos en el día D, es un reto en el que debemos ir trabajando desde ya. Si antes del Covid, poníamos el foco en desarrollar el autoconocimiento, la autoconfianza o la autorregulación como competencias emocionales intrapersonales claves, hemos de pensar en ampliar este catálogo con el foco orientado al desarrollo de las emociones positivas, pues son drivers esenciales en momentos de crisis.

Numerosas investigaciones lo evidencian, entre ellas la realizada por Bárbara Fredrickson, quien ha planteado la Teoría Abierta y Construida de las Emociones Positivas (Fredrickson, 1998, 2001), y que sostiene lo siguiente: ”emociones como la alegría, el entusiasmo, la satisfacción, el orgullo, la complacencia, etc., aunque fenomenológicamente son distintas entre sí, comparten la propiedad de ampliar los repertorios de pensamiento y de acción de las personas y de construir reservas de recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales disponibles para momentos futuros de crisis”.

Una emoción positiva poco divulgada hasta ahora en el contexto empresarial es la elevación, que pasará a ocupar un lugar primordial en el nuevo orden competencial que aplica al liderazgo.

Esta emoción se experimenta como un fuerte sentimiento de afecto en el pecho, cuando somos testigos de actos que reflejan lo mejor del ser humano y provoca un deseo de ser mejor persona que se traduce en querer estar, en cooperar y en conductas de ayuda. La experiencia de esta emoción hace más probable que queramos estar, cooperar y ayudar a otros y ello tiene importantes beneficios psicológicos y sociales.

Elevación es cuando, en estos días, observamos a personas anónimas poniendo a disposición de otros recursos propios para mejorar una situación: amas de casa elaborando mascarillas, vecinos que colocan carteles en el ascensor ofreciendo ayuda a quienes viven solos y son mayores, particulares usando sus impresoras 3D para fabricar protectores visuales y un largo etcétera.

Lo más fascinante de esta emoción es que provoca una espiral positiva en tres dimensiones:

• En uno mismo: tras llevar a cabo una acción positiva, se experimenta un sentimiento de orgullo, que induce a la repetición de esa conducta.
• En la persona receptora de la acción en tanto que se generan en ella sentimientos de gratitud que probablemente quiere poner de manifiesto a través de comportamientos positivos.
• En terceros, como observadores de la situación, quienes son inspirados a querer a su vez ser mejores personas.

Es evidente que esa espiral conlleva importantes consecuencias a nivel social, pues genera conductas de solidaridad y cooperación y ello contribuye de forma eficaz a crear redes sociales de apoyo. Y de eso vamos a necesitar en grandes dosis.

Así pues, el nuevo liderazgo de personas marcado por esta crisis mundial sin precedentes, ha comenzado ya. Sus cimientos se han empezado a forjar y es momento de visibilizarlo estando y actuando por y para el otro. Mostrando lo mejor que tenemos y entregándolo a los equipos. Nuestro neocortex se reactivará con cada entrega, y ello aumentará nuestros depósitos de recursos para afrontar este nuevo escenario presente y el que esta por venir.

Seguimos teniendo la oportunidad de ser proactivos.

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