“Nos hacen falta 100.000 empresas más, pero aún nos hacen más falta empresas de mayor tamaño”

 en la sección Líderes&Protagonistas

La entrevista con el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Javier González de Lara, es una de esas entrevistas largamente esperadas, pensadas y trabajadas, y en la que se cae en la tentación de querer aprovecharlo todo. Por eso hemos hablado de tantas cosas, sin que haya rehuido ninguna de ellas. De evolución económica, del desempleo, de la digitalización de la economía, de liderazgo político, de corrupción, de los populismos, de los cambios y transformaciones en los modelos de negocio. Pero si ha habido una constante, ha sido la empresa. Sí, hablamos de empresa, de mucha empresa. De empresa por encima de todo. Y aquí lo detallamos todo, aunque corramos el riesgo de ser largos, ¿por qué no perderle el miedo a resultar precisos?

El último Informe LEO presentado en la sede de CEA constata la moderación del crecimiento de la economía andaluza. Una previsión del 2,5% en el cómputo de este ejercicio y un 2,1% para el que viene, tres décimas por debajo de la media nacional. ¿Entramos de nuevo en una fase de debilidad económica o debemos prepararnos para una nueva economía de bajo crecimiento o crecimiento moderado por muchos años?

En mi opinión, estamos en un momento de moderación claro del crecimiento, que por otra parte estaba ya previsto como se puede comprobar en la serie histórica de los Outlook de Loyola y CEA. Esta moderación, de la que se está extendiendo una sensación de que es más intensa de lo esperable, obedece a factores que, como digo, estaban ya descontados, sobre todo dos externos y con un alto grado de volatilidad: los costes financieros (tipos de interés) y los precios energéticos.

Si esta moderación obedece a una nueva fase del ciclo donde el crecimiento real irá muy por debajo del potencial es muy difícil de saber. Es decir, en esta última década hemos tenido muy cerca la amenaza de estancamiento –a la japonesa- y finalmente la economía española ha sido la más dinámica de la UE en los últimos años. Lo que sí es cierto es que los patrones de crecimiento han variado poco, salvo la demanda externa, y gracias al esfuerzo exportador de las empresas y su internacionalización. Estamos en una etapa de constante transformación tecnológica -más allá de lo digital- que facilita mejorar la productividad pero en un proceso de renovación del empleo y, finalmente, tenemos un factor incierto que puede afectarnos a medio plazo como es la evolución demográfica.

El gran lastre de la economía andaluza continúa siendo el desempleo. El paro seguirá por encima del 20% otro año más, a pesar de la reducción de los últimos años. Y lo que es más remarcable: con un diferencial de ocho puntos porcentuales en relación con la media española. ¿Por qué continúa siendo así? ¿Qué medidas hay que ejecutar o activar para atajar esta situación crónica?

Para nosotros, el desempleo es un problema de primera magnitud y la reducción de la brecha entre los datos de Andalucía y los del conjunto del Estado es una prioridad desde el punto de vista funcional de las empresas. Pero no se trata solo de eso, porque si fuese así, esa reducción sería mucho mayor y más intensa. El modelo productivo andaluz tiene debilidades que debemos reforzar para convertir el propio modelo, como he dicho muchas veces, en más productivo. Es necesario dar protagonismo activo a la iniciativa privada frente a la pública y ayudar, no intervenir. Esa relevancia va desde la facilidad y promoción de la actividad empresarial, hasta la eliminación a lo indispensable de la burocracia, barreras y trabas administrativas. Es decir, poner a la empresa en el centro de la sociedad andaluza, por su función social a la vez que motor de desarrollo y progreso.

Con un cambio palpable de “actitudes” hacia la empresa por parte de todos, daremos un salto cualitativo en Andalucía bastante mayor del que imaginamos. Y será así porque nuestro potencial es tan evidente que no se puede dudar de ello. Este cambio es el pilar estructural de nuestro “Pacto por la Empresa en Andalucía”, un objetivo de CEA con el que queremos participar y trabajar para llevarlo a cabo de forma activa con la sociedad andaluza.

Con un cambio palpable de ‘actitudes’ hacia la empresa por parte de todos, daremos en Andalucía un salto mayor del que imaginamos

Uno de los mensajes que CEA reitera es la necesidad de incrementar la actividad empresarial en la comunidad. Según el Instituto de Estadística de Andalucía, en 2008 se contabilizaban en la región 536.256 empresas. Una década después, y tras la crisis, la cifra se sitúa algo por encima de las 480.000. Aunque ha habido crecimiento en los últimos cuatro ejercicios, el diferencial se encuentra en casi 50.000 sociedades. A la vista del comportamiento económico y del empleo, ¿es una cuestión del número de empresas o del tamaño de éstas?

El número es importante, tal y como señala, porque diez años después, todavía no hemos alcanzado esa cifra anterior a la crisis. Pero creo que no hay que quedarse solo en el número. Hay que mirar a la dimensión y la competitividad porque vivimos en un mundo global donde ambos factores van concatenados y muchas veces uno depende del otro. Lo digo a menudo: nos hacen falta muchas más empresas, nos harían falta como mínimo 100.000 más, pero lo que nos hace aún más falta son empresas de mayor tamaño y capacidad. Estoy convencido, como decía antes, de que facilitar la iniciativa empresarial no sólo incrementará la actividad en número, sino en peso específico. Contar con empresas más dimensionadas y con mayor capacidad de actuación, reactiva la misma aparición de nuevas empresas y fortalece el tejido empresarial. Es un proceso que se realimenta a sí mismo. Sea por crecimiento propio o través de colaboración con otras, necesitamos empresas más grandes.

¿Cuáles son las armas competitivas y productivas de una economía en la que el 60,8% de las empresas no tiene asalariados, en la que solo el 2,1% de ellas posee más de 20 empleados? ¿Y en la que el sector servicios concentra el 83% del empleo y las actividades industriales el 10%?

La calidad de los productos y servicios, sin ninguna duda. Calidad contrastada que se refleja en la confianza y garantía de ambos y en lo que es Marca Andalucía desde el punto de vista de las empresas. Tenemos ejemplos relevantes en sectores importantes, como el turístico, de servicios, pero también en industriales y el agroalimentario. Al igual que hemos hablado del número de empresas y de su tamaño, también tenemos que tener muy presente la calidad de los productos y servicios porque son armas fundamentales de competencia en el mundo. La reputación es un activo intangible de enorme valor y, como decía antes también, si liberamos la potencia de la economía andaluza a través de sus empresas, la iremos redimensionando en tamaño y capacidad para mejorar igualmente sus calidades en productos y servicios.

Dejemos los eufemismos: un empresario es un emprendedor, pero no todo emprendedor es empresario

A la vista del peso del turismo dentro de la actividad del sector servicios, ¿le preocupa la ralentización que se está produciendo y las previsiones que apuntan a un estancamiento en los próximos años?

Todos sabemos que el turismo tiene un fuerte componente cíclico no sólo en lo que tiene que ver con la propia economía sino con la misma geopolítica. España y Andalucía son potencias turísticas mundiales. Estamos en cabeza con Francia y por encima de Estados Unidos. En estos últimos años, las fuertes tensiones internas de nuestros competidores mediterráneos nos han dado un impulso adicional, pero no pensemos que el turismo depende de ello. El turismo es un sector de adaptación y renovación permanentes. Es ahí donde debemos poner los esfuerzos, en la estructura del sector no en la coyuntura temporal. Sin quitar importancia a ésta, repito, pero teniendo muy claro donde ponemos el foco: en la calidad contrastada de nuestros servicios, que es la única garantía de competitividad en el tiempo. Sin embargo, Andalucía está preparada para seguir siendo un destino líder.

Presidente, ¿ha llegado el momento de hablar más de empresarios, de perderle el miedo a la palabra, de que al menos sean tan visibles y tengan tan buen nombre como los emprendedores?

Por supuesto. Pero si me permites, lo primero es recuperar el espacio y la precisión del lenguaje y eliminar los eufemismos. Por cierto, eufemismos que parten de idearios políticos y no económicos. Es decir, una empresa es un acto de emprendimiento, pero no todos los actos de emprendimiento son empresas. Un empresario es un emprendedor, pero un emprendedor no tiene por qué ser un empresario. Esta cuestión no es nimia, a pesar de lo que puede parecer. Creo que si eliminamos los complejos para llamar a las cosas por su nombre y denominamos empresarios a quienes toman la iniciativa para hacer empresa sea cual sea la denominación y el plano, desde la personal hasta las startups tecnológicas, daremos un paso fundamental para poner a las empresas en ese centro del debate social y darles el valor que tienen. El lenguaje crea los marcos, como los hechos reflejan la naturaleza de las ideas. Si nos obstinamos en llamar a las cosas por nombres distintos a las que tienen, las despojamos de su identidad y le quitamos valor. Hay que estar orgullosos de ser empresarios y de nuestras empresas, trabajando a diario para ser mejores, y dar ese ejemplo a la sociedad.

¿Cómo ve el presidente de CEA la situación política actual a nivel nacional? ¿Confía en los actuales líderes para continuar por una senda estable y de crecimiento?

El escenario político nacional es complejo por la propia composición del Congreso. A partir de ahí, hay una serie de desafíos institucionales a resolver comenzando por la deriva independentista catalana y desde ella otras que, circunscritas al ámbito puramente político pueden llegar a tener consecuencias sobre la economía y su estabilidad imprescindible. Creo que hay una prioridad que se llama normalización institucional y lejos de encontrar la serenidad debida para recuperarla, nos estamos alejando de ella. Las propuestas políticas son aceptables si nos movemos dentro del marco institucional. Si las propuestas políticas van destinadas a la ruptura de ese marco institucional, se abandona la estabilidad de manera proporcional a la desconfianza que se provoca. Esto, que es muy fácil de entender, debería ser objeto de reflexión mucho más profunda por parte de todos.

Todas aquellas medidas de todas aquellas formaciones políticas que favorezcan a las empresas y la actividad empresarial contarían con nuestra gratitud. Y sobre todo reclamamos nuestro derecho a la estabilidad

Volviendo al ámbito andaluz, nos encontramos ya en la recta final de la campaña. No le voy a pedir que nos desvele su voto, ni que haga un vaticinio del resultado. Pero díganos ¿qué le van a pedir los empresarios al gobierno que acabe constituyéndose?

El pasado día ocho presentamos un documento a los partidos políticos con el nombre de “La empresa como motor del desarrollo social”, con 19 líneas de acción que enmarcan 77 propuestas en torno a cuestiones como el empleo, la innovación, la competitividad, la fiscalidad, la sostenibilidad, la participación institucional, la gobernanza, las inversiones públicas o la financiación autonómica, entre otras, con las empresas andaluzas y Andalucía como protagonistas. Basta un repaso sosegado -se puede consultar en la web de CEA- para su análisis. De cualquier forma, “titulando” la respuesta, los empresarios pedimos al gobierno que acabe constituyéndose en derecho la estabilidad institucional.

Como patronal reclaman seguridad jurídica para que las empresas no tengan miedo a invertir. ¿Cómo se conjuga esta demanda con los casos de corrupción política cuyo trasfondo es económico y en los que hay implicadas empresas?

Bueno, creo que son cosas distintas. Una cosa es la seguridad jurídica en cuanto no cambian los marcos normativos -léase, por ejemplo, lo sucedido con las renovables. Otra cosa son los casos concretos y determinados en los que hay implicados políticos y posiblemente empresas. Eso ocurre con los políticos, los profesionales, los miembros de instituciones, los universitarios, los trabajadores y cualquier otro colectivo social. La mayoría de la sociedad es honesta y lo que haga mal una minoría no puede convertirse interesadamente en la norma. Además, y por recordarlo, esto no es un problema privativo de España. Casos así se dan en todas partes, empezando por Europa. Esto debemos tenerlo muy claro.

Presidente CEA 2

Teniendo en cuenta el grado de competitividad ‘agresiva’ de muchas economías (léase, por ejemplo, asiáticas), ¿es competitivo un sistema económico como el andaluz cuya bandera ha sido, desde la entrada de la democracia, el diálogo social y la concertación?

Sin duda. Precisamente, el diálogo social y la concertación han sido elementos competitivos y lo seguirán siendo: ¿imagina el grado de conflictividad social, con todo lo que eso conlleva en términos precisamente de competitividad, al que hubiéramos llegado? Otra cosa es que ambos tienen que acompasarse y, si fuera posible, anticiparse a los tiempos. El mundo es distinto al de hace una década, al de antes de la crisis. Lo he comentado, estamos en la cuarta revolución económica y la transformación tecnológica -repito mucho más allá de la digital- y la reorganización de la sociedad pivotará sobre ella en materia económica, política, etc.

Y finalmente, el modelo asiático es un modelo que tarde o temprano irá evolucionando a pautas más similares a las de los países occidentales, aunque lleve décadas que superen sus diferencias sociales tan enormes. No conviene olvidar que “la principal infraestructura de un territorio” es su Paz Social con mayúsculas.

¿Se sienten bien representados políticamente los empresarios andaluces? ¿O sería mejor que contaran con un partido propio?

Obviamente la pregunta pertenece al ámbito de lo personal, en cuanto a lo que cada uno sienta como representación particular. Nada más lejos que contar con partido político propio.
En cuanto a lo colectivo, la respuesta es obvia: todas aquellas medidas de todas aquellas formaciones que favorezcan a las empresas y la actividad empresarial contarían con nuestra gratitud.

Sobre la corrupción: ‘La mayoría de la sociedad es honesta y lo que haga mal una minoría no puede convertirse interesadamente en la norma’

En el capítulo internacional, el FMI ya ha alertado de los efectos de las políticas proteccionistas y aislacionistas de gobiernos como los de Trump y May, de las guerras comerciales entabladas entre estados. Por desgracia, el sector andaluz de la aceituna de mesa ya está experimentando sus consecuencias. ¿Cómo pueden acabar afectando estas actitudes y políticas a una economía, precisamente, globalizada e interconectada?

Si persiste la ola proteccionista, y ahora está por ver cual será la reacción de un gigante emergente como Brasil que está en apuros, el crecimiento mundial tendrá un lastre significativo.
Las políticas proteccionistas siempre han sido dañinas para todos. De hecho, la historia de los últimos cien años, incluyendo los períodos de entreguerras como causas directas de ellas, sobre todo la década de los treinta, nos dice que las etapas de apertura y paz, es decir, de normalización, han impulsado decididamente el avance del mundo.

La caída de los regímenes dictatoriales en todas estas décadas ha activado la iniciativa de la sociedad. Y donde no han llegado a desaparecer del todo en el sentido de que se hallan inmersos en una transición lenta, como es el caso de China, no se puede decir que no hayan crecido y se hayan agigantado. El proceso de globalización e interconexión mundial es tan intenso que los pasos atrás no son tan fáciles como parece, afortunadamente. Pero por supuesto, hay que estar vigilantes.

¿Se está convirtiendo el populismo, sea de izquierda o de derecha, en la mayor amenaza para la economía mundial?

El populismo actual, que es la base del proteccionismo, ha cobrado carta de naturaleza por la demagogia política, pero está por ver cuánto dura y de qué manera lo hace. Ya veremos qué acaba pasando en Estados Unidos y, sobre todo, estaremos atentos a lo que acaba pasando con Reino Unido y el Brexit. De la misma forma, ya veremos qué pasa en Europa con Italia o Polonia y la relectura que se haga de la UE tras la marcha de Angela Merkel en Alemania. Pero en definitiva, el populismo es una amenaza para todos.

Frente a las medidas proteccionistas, la tecnología ha permitido la creación de modelos de negocio basados en la llamada economía colaborativa. Sin embargo, algunos sectores, como el transporte o el turismo, están viendo modificados sus modelos de negocio de manera abrupta. ¿Es partidario de regular la actividad de las nuevas empresas que están surgiendo o de dejar que las tecnologías y el mercado continúen su curso?

La regulación y su aplicación también cambian, como los sectores a los que se refiere y la economía colaborativa. No somos partidarios de intervenir, pero sí de regular mejor.
Ahora mismo estamos en los inicios y, lógicamente, es imprescindible contar con orden. No pueden tener el mismo trato quienes hacen negocios en marcos sin regulación alguna que quienes tienen que cumplir con una larga serie de requisitos de todo tipo. Esto es un principio general.

Pero, dicho esto, hay nuevas actividades que ofrecen nuevas oportunidades y expanden la capacidad productiva. Mientras la competencia se realice en los mismos campos de juego, será bienvenida y será el mercado quien vaya seleccionando a las mejores iniciativas. Pero si no es así, la diferencia de condiciones será un factor de distorsión. En síntesis, queremos libertad de empresa pero, por supuesto, en igualdad de condiciones.

El populismo actual, que es la base del proteccionismo, ha cobrado carta de naturaleza por la demagogia política, pero está por ver cuánto dura y de qué manera lo hace

Los informes sobre uso de las tecnologías e infraestructuras sitúan a España y, en particular a Andalucía, en las posiciones de cabeza. Sin embargo, no salimos tan bien parados cuando estos informes se centran en la utilización empresarial de las TIC. Señor González de Lara, ¿las empresas entienden y están afrontando adecuadamente lo que significa la transformación digital de la economía?

La transformación digital es un proceso permanente. No es un fin en sí misma, como tampoco pertenece a la idea limitada del manejo de algunas herramientas y aplicaciones. La transformación digital supone pensar de manera distinta y entender que la vida en general funciona en otros parámetros sociales, económicos, de relaciones, en materia de comunicación, etc. Desde esta visión, yo creo que las empresas y los empresarios andaluces están siendo conscientes de ello.

Habrá quien no lo esté del todo. Habrá quién se encuentre en un momento puntual de ella más o menos avanzado, pero yo creo que la conciencia existe. Podemos decir que la cultura digital está en proceso de asentamiento en la empresa andaluza. Aunque es cierto que es un reto difícil de conseguir y evaluar, en el que nuestras pymes y autónomos necesitan mayor apoyo y atención. Sobre ello, CEA editó a principios de año un magnífico trabajo en el seno del programa CEA + Empresas, al que brindo su consulta en nuestra web, y en el que registramos que el 92% de las empresas realizaron el año pasado inversiones relacionadas con la Transformación Digital.

La CEA ha celebrado hace unas semanas una jornada en Málaga para reflexionar sobre las oportunidades que abren los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Estamos en buena situación de partida en Andalucía? ¿Qué va a suponer para el empresariado de la región?

La aprobación del programa «Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible» por la Cumbre de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, en 2015, supone el reto más importante que la sociedad mundial tiene ante sí actualmente, para contribuir a equilibrar, fortalecer y mejorar el bienestar global, desde una concepción de la sostenibilidad que abarca sus tres principales dimensiones: económica, social y medioambiental. Está acción transformadora se articula a través de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuya consecución supone una importante oportunidad para las empresas, pues están llamadas a aprovechar su capacidad creativa e innovadora para facilitar el logro de esos retos en el marco de su compromiso con la sociedad.

Desde CEA, hemos asumido la tarea de contribuir a que las empresas comprendan los ODS, definan sus prioridades en consonancia con ellos y actúen estrechamente junto a las administraciones públicas y las universidades, como actores de impulso, así con otros agentes institucionales y sociales, con responsabilidad, transparencia y ética. Con estas premisas, organizamos este primer Foro en Málaga, que concluimos con una Declaración como compromiso de CEA con Andalucía. Desde el punto de vista de empresa, y según acreditan los expertos, este compromiso con los ODS puede llegar a generar más de 380 millones de empleos, más de 12 billones de dólares en oportunidades de negocio hasta el 2030 y solo con alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, que es uno de los Objetivos, se podrían añadir 28 billones de dólares al PIB global en 2025.

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