De la facilidad ausente para abrir empresas y la meritocracia urgente

 en la sección Empresas

Por María Martínez García, directora de Medios de MERCADOS21

¿Se reduce el tiempo en poner en marcha una empresa en España? Las nuevas tecnologías, la posibilidad de realizar gestiones por vía telemática y la situación económica deberían permitir responder de forma afirmativa, pero si atendemos al reciente informe Doing Business del Banco Mundial, los indicadores apuntan hacia lo contrario. Nuestro país está, hoy, por debajo de la Europa de los 27 en facilidad de comenzar un negocio. Y eso pese a que la crisis por la que atraviesa es más profunda que la de la mayoría de estados y que cuestiones como la reducción de los procedimientos tienen un impacto beneficioso cuando se trata de reactivar la economía. Resulta, además, que los países que lo ponen más difícil a la hora de ofrecer agilidad son los más corruptos. Así lo afirmó el economista Augusto López-Claros, encargado de presentar el estudio hace unas semanas en la Fundación Rafael del Pino.

Mercados21 | De la facilidad ausente para abrir empresas y la meritocracia urgente¿Qué nos ocurre? Para valorarlo hay que mirar, como de costumbre, a la Educación. No tiene España ninguna Universidad entre las 200 mejores del mundo ni parece calar en los ámbitos docente y político –responsable este último de legislar– la necesidad de introducir la noción de emprendimiento entre los estudiantes. Es básico que exista una mayor vinculación entre el mundo de la Universidad y el de los negocios y, en ese punto, la dependencia de los centros de enseñanza superior de las administraciones regionales, que a menudo se percibe con incredulidad fuera de nuestras fronteras, pesa.

Las universidades tienen una gobernanza propia pero, una vez consolidada la transferencia de competencias en la materia, son los Ejecutivos de las Comunidades Autónomas los que garantizan su sustento. Y los resultados no son buenos. ¿La excepción? Tres grandes escuelas de negocios de prestigio internacional. Privadas. Una realidad de la que congratularse pero demasiado exigua. Porque los pésimos datos del informe PISA no responden al nivel de ingresos del país. El profesorado de los campus norteamericanos es en su mayoría extranjero. Es decir, se apuesta por los mejores. En este momento, el gobernador del Banco de Inglaterra es canadiense. Su trayectoria le convertía en idóneo y su nacionalidad no ha sido un obstáculo para que el Gobierno británico le fichara después de cuatro siglos con la institución en manos de un compatriota. Algo, sin duda, de lo que aprender porque, entre otras cosas, la clave para mejorar es dar luz verde a un sistema mucho más meritocrático.

Cierto es que la economía aprieta y la situación no ayuda y que –como apuntó López-Claros– el tiempo que se necesita para el inicio de un negocio tiene que ver con el sueldo medio de la ciudadanía de un país, en especial, de su funcionariado. En pleno adelgazamiento de salarios, mi convencimiento hace unos meses era que la gran reforma por llegar, después de la reconversión del sector privado, era la de lo público. Pues bien, se han dado pasos en ese sentido, pero ni de lejos del calado deseable. Sobre todo, porque los políticos mantienen muchos privilegios en un estado por debajo de los preponderantes de la Unión Europea en poder adquisitivo y renta.

Otro aspecto fundamental consiste en disponer de información de manera sencilla y rápida sobre trámites y procesos para abrir una empresa. Los inversores extranjeros buscan normativas claras y, en ese sentido, son de nuevo el Ejecutivo y el Parlamento los que tienen la sartén por el mango para impulsar regulaciones, pero no hay que olvidar que el sector empresarial puede presionar para que lo hagan. Y llama la atención del informe el hecho de que es muy costoso conseguir electricidad en España, no tanto en lo relativo a tiempo y gestiones, sino en términos monetarios. El alta para disponer de luz en una nueva sede u oficina, por ejemplo, supone aquí un desembolso mucho mayor que en el resto de la UE, según los analistas del Banco Mundial. El estudio destaca, en cambio, los significativos progresos y esfuerzos de otros estados. Está claro que unos andan y otros corren, mientras que parece que nosotros ni hayamos empezado el calentamiento.

 

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