Decálogo para convertir una empresa en internacional

 en la sección Empresas

Por Francisco Casáus, director General de Globalíder

La salida a la crisis española está en aumentar las exportaciones, al menos en esto estamos todos los españoles de acuerdo: tenemos que incrementar las ventas en el exterior, producir más para exportar más. ¿Pero se puede “exportar” la innovación, el saber hacer profesional, la originalidad, el ingente talento español?

Mercados21 | Decálogo para convertir una empresa en internacionalExportar no es internacionalizar. Que un producto o servicio se venda fuera de España no garantiza su madurez en un canal de distribución extranjero si no ha habido un adecuado proceso de internacionalización, que contemple aspectos trascendentales como la implantación y presencia –al menos adecuada representación- de la empresa española en el mercado de destino, y la prestación de servicios postventa, de control de calidad y satisfacción que, en un entorno global, exige cualquier consumidor en cualquier lugar del mundo.

La exportación bien hecha da un resultado económico inmediato y alegra cada telediario, en el análisis de la balanza comercial española; la internacionalización racionaliza la exportación a medio/largo plazo,  permitiendo la vigilancia de los mercados, la anticipación, la adecuación intercultural de productos y servicios, lo que indudablemente beneficia a su ciclo de vida.

Es en la internacionalización donde innovación, saber hacer, originalidad y talento se ponen al servicio de la exportación, y de las personas que gobiernan las empresas y que son innovadoras, saben, son originales, verdaderos impulsores del crecimiento. Porque el resultado de las empresas no es ni más ni menos que la consecuencia del talento de las personas que las gobiernan.

 

DIEZ CLAVES PARA CONVERTIR UNA EMPRESA EN INTERNACIONAL

  1. Analizar el punto de partida (sector de actividad, producto y/o servicio a exportar) y tener claro adónde y por qué se quiere y puede llegar. En internacionalización no siempre querer es poder.
  2. Conocer la idiosincrasia del país de destino, sus costumbres, sus demandas, sus necesidades. En internacionalización la primera barrera es no conocer el “lenguaje” del consumidor, aunque hable nuestro mismo idioma.
  3. Adaptar el producto o servicio al nuevo destino, no imponer fórmulas, aunque hayan funcionado en España. También en internacionalización el cliente siempre tiene la razón.
  4. Elaborar planes financieros, de costes, de previsión, de viabilidad. En internacionalización si las cuentas no salen en España, tampoco saldrán en el extranjero.
  5. Probar los productos o servicios y analizar a la competencia en el país de destino. Encuestar, escuchar al importador, al distribuidor, al consumidor; comparar y analizar la competencia, indagar en los mercados, verificar lo que dicen. En internacionalización no se debe creer lo que no se comprueba.
  6. Conocer todas las barreras de entrada, sean o no arancelarias; y diseñar un plan de prevención y control de contingencias. En internacionalización más vale aprender de los errores y poder superarlos, que lamentar una grave pérdida después de un gran acierto fortuito.
  7. Elaborar un plan de comunicación y de marketing adecuado al mercado de destino. Hay que presentar los productos o servicios, hay que comunicar y hacerlo bien, con adaptación cultural. En internacionalización lo que no se da a conocer no perdura, pero lo que erróneamente se transmite se lamenta sin remedio.
  8. Implantarse, estar presente en el mercado de destino o, al menos, tener una representación adecuada; los negocios en el extranjero se hacen con buenos productos o servicios,  pero siempre con cara, ojos y oído. En internacionalización saber hacer es tan importante como saber estar.
  9. Integrarse hasta hablar el mismo idioma, el “lenguaje” del consumidor y su lengua materna. La empresa tiene que contar con interlocutores locales, no vale la comunicación estandarizada, sino personal. En internacionalización el idioma no es una barrera sino una oportunidad.
  10. Entender una venta internacional como una venta local, hacer sólo lo que se sabe hacer bien, añadir el valor del conocimiento, del servicio postventa, del control de calidad, de la mejora continua a los productos o servicios. En internacionalización no es redundante afirmar que el mercado es el mundo.
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