La organización empresarial de las fintech obliga a cambiar la estructura bancaria

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Las fintech son un quebradero de cabeza para la banca tradicional. Y lo son no solo por el uso que hacen de las nuevas tecnologías, por la forma en la que operan con sus clientes, sino también por su organización empresarial. Su visión startup lo puede todo. Buen ejemplo de ello son los objetivos de Ebury con su nueva sede.

Que estas firmas están apretando de lo lindo al sector bancario es un hecho incontestable. Como recoge El independiente, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) “advierte de que las fintech son un riesgo para la rentabilidad de la banca”. Dentro de la revolución que supone la irrupción de este tipo de empresas en el sector financiero, hay quien ha tomado la decisión de subirse al carro. Ahí está el caso de Bankia, que a la vista de la que se aproxima, ha optado por apadrinar y tutelar a futuras firmas del sector. Por aquello de que más vale estar cerca que lejos.

Una de las fintech españolas más reconocida y activa, Ebury, ha dado un paso más. Y es muy buena muestra de las intenciones de estas empresas y, sobre todo, del modo de ver el negocio, de enfocarlo y de organizar toda su estructura y modelo de gestión. Si tienen una manera de visualizar el mercado, es a través de la eficacia, de lo digital y tecnológico.

Pensar en modo fintech

Ebury tiene nueva sede en Madrid en cuyo diseño y concepción se han tenido en cuenta los requerimientos funcionales de una empresa fintech, cuya actividad se orienta al mercado financiero y su operativa está soportada por un fuerte sustrato tecnológico.

Estas nuevas instalaciones, con una superficie de 1.300 metros cuadrados, y ubicada en el número 200 del Paseo de la Castellana de Madrid, comparte localización con algunas de las empresas tecnológicas más punteras, como Linkedin y Sony, y está previsto que albergue a un total de 110 empleados, prácticamente el triple de la plantilla de que disponía hasta ahora la compañía en la capital española.

 Nueva sede Ebury

A los nuevos fichajes que saldrán del proceso de selección que la compañía ha iniciado desde principios de enero, se sumarán profesionales provenientes de las áreas de data, marketing, riesgos, recursos humanos y administración que trabajaban hasta ahora en la sede de Londres y que se trasladarán en las próximas semanas a Madrid. “El objetivo es reforzar el papel de nuestra sede en Madrid como centro de operaciones y de toma de decisiones para el conjunto de Ebury en Europa”, explica el director general de Ebury para España y Portugal, Duarte Líbano Monteiro.

En el diseño del espacio interior de esta nueva sede se ha estudiado de forma minuciosa el programa de actividades y tareas que se llevan a cabo en una empresa fintech como Ebury con el fin crear ambientes que incentiven la motivación del equipo profesional e incrementen su productividad. “Al contrario de lo que suele ser habitual en el mercado, la operación no ha consistido en desembarcar y ocupar una superficie indeterminada, sino que hemos desarrollado una fase previa de consultoría para saber qué configuración de espacios resultaría óptima para una fintech como Ebury”, destaca Duarte Líbano Monteiro.

Espacio creativo y motivacional

El proyecto, desde el punto de vista conceptual, partió de los postulados de la psicología conductista, que mantiene que las personas en ambientes agradables y bien decorados tienen pensamientos más positivos, son más felices y, por tanto, más proclives a la creatividad y a obtener un mayor rendimiento. Pues bien, tomando al pie de la letra este axioma, Ebury ha diseñado en su nueva sede un entorno flexible, que permite la interacción, el intercambio de ideas y la colaboración, rasgos distintivos de las empresas fintech.

El diseño espacial de la nueva sede de Ebury comprende cuatro grandes áreas funcionales. Como línea directriz del programa de diseño de espacios, se ha apostado por los espacios abiertos y transformables, que facilitan la interactividad entre zonas. De esta manera, las grandes áreas que definen el espacio están “cosidas” por pequeños “territorios” o “islas” que promueven los contactos y el intercambio de ideas entre compañeros, y concebidas con una estética acogedora, que reproduce el ambiente cálido, cómodo e informal del hogar.

Otra de las características claves del planteamiento ha sido el deliberado desdibujamiento de los niveles jerárquicos. Desde el director general a los coordinadores de equipos, todos trabajan en el mismo plano y espacio, lo que facilita el aprendizaje espontáneo y también la colaboración y coordinación entre los miembros de cada unidad. Incluso el CEO carece de un espacio suntuoso y representativo, tan común en las empresas tradicionales. Su despacho es completamente funcional, apenas un pequeño compartimento desde el que poder llevar a cabo llamadas o conversaciones que requieren de cierta discreción.

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